El camino y el árbol,
La acequia y el agua,
Los últimos pájaros
Volando en bandadas.
El viento y las hojas
Jugando encantadas
Y algunas estrellas
Hermosas y pálidas.
¡Y yo qué solito
Rumiando palabras!
Los niños que juegan
Tras de mi ventana
Y el camino largo
Corriendo distancias.
La noche que viene
Buscando mañanas
Serenas las horas
De dulces nostalgias.
¡Y yo qué solito
Rumiando palabras!
La mesa dispuesta:
El vino y la hogaza,
La fuente sabrosa
Y el agua en la jarra.
La ocasión invita
con sutil bonanza
Y una luz amena
Alumbra las almas.
¡Poema te dejo,
Seguimos mañana!
Valcheta
COMENTARIO DEL POEMA
En estos versos sencillos y
totalmente cálidos, el autor realiza una enumeración de elementos simples del
quehacer cotidiano (la mesa dispuesta, el vino y la hogaza, el agua en la
jarra) unidos a elementos del paisaje que lo circundan (el árbol, el camino,
las acequias, los pájaros, las estrellas) en contrapunto con la soledad del
poeta que los observa y los incorpora a su alma la cual siempre aparece
mencionada como “rumiadora de palabras”.
En este poema intimista y
totalmente respetuoso de la vida cotidiana, nos presente, una vez más su visión
simple y valorativa de la ida porque “siempre una luz amena, alumbra a las
almas”.
En notable, por lo que destaco,
de que modo, esa referencia por las cosas sencillas le otorgan comunicabilidad
a su poesía, que nunca recurre a juegos artificiosos, superfluos o vanos, lo
cual ya es de por sí, algo encomiable.
Profesora
Cristina Montero
Rosario – Santa Fe